Unas veces escribo con lujuria
y otras con abatimiento.
Los tiesos caracteres del papel
importan poco tras una vivencia,
simplemente son huellas transitorias.
Cada letra viene con su legado
y en su vecina encuentra otro relieve.
Cada palabra es tinta y es promesa,
cada paréntesis es un oasis
y el oasis un riesgo de espejismo.
Unas veces escribo con deleite,
pero otras veces con melancolía.
Lo bueno es que circule la palabra
como la sangre joven por las venas.
-Disfruto tanto de sus letras, sintiendo esa empatía y motivando las mías.-
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