28 jun 2016

Del esfuerzo y su recompensa están los recuerdos.



—Vale —dije—. Entonces, ¿qué hacías tú cuando salías del trabajo? ¿Tan maravilloso era?
—Bueno, no tenía mucho tiempo después de trabajar, pero intentaba hacer algo cada día.
—Es fácil si se tiene dinero —
—. Sé que hay que tener dinero para muchas de estas cosas, pero no para otras. Además, ¿cómo crees que ganaba tanto dinero?
—¿Timando a la gente en Londres?
Averigüé qué me haría feliz y averigüé qué quería hacer, y me formé para el trabajo que haría posible esas dos cosas.
—Tal como lo dices, parece muy sencillo.
Es sencillo —dijo—. Pero lo cierto es que también supone un grandísimo esfuerzo. Y la gente no está dispuesta a hacer ese tipo de sacrificio. Por eso me pones de los nervios, Clark. Porque veo todo este talento, todo esta... —Se encogió de hombros—. Toda esta energía e inteligencia, y...
—No digas potencial.
—... potencial. Sí. Potencial. Y, por más que lo intento, no entiendo cómo puedes estar satisfecha con una vida tan minúscula. Esta vida que tiene lugar en un radio de poco más de cinco kilómetros y que no incluye a nadie capaz de sorprenderte, exigirte o mostrarte cosas que te dejen boquiabierta y no te dejen dormir de noche.
Nunca, jamás me arrepentiré de las cosas que he hecho. Porque casi todos los días, si estás atrapado en un cacharro como este- señalando su silla de ruedas- lo único que te queda son los lugares de tus recuerdos que aún puedes visitar, es decir, si me preguntas si preferiría recordar las vistas del castillo desde el mercado o esa bonita hilera de tiendas de la rotonda, la respuesta es no. Mi vida estuvo muy bien, gracias.

Fragmento extraído del libro: "Me before you" Por JoJo Moyes

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