8 feb 2016

Me encanta Dios - Poema de Jaime Sabines

Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. 

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre. 

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes. 

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes! 

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. 

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. 

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja. 

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. 

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

2 feb 2016

Cartas de Frida Kahlo


 "Anoche sentía como sí muchas alas me acariciaran toda, como sí en las yemas de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel. Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos. Quiero vivir y ser fuerte, para amarte con toda la ternura que te mereces, para entregarte todo lo que de bueno haya en mí (...) Te escribiría horas y horas, aprenderé historias para contarte, inventaré nuevas palabras para decirte en todas que te quiero como a nadie".

Josep Bartolí 29 de agosto 1946

"Sigo siendo tu Mara, tu novia. Tu amor es el árbol de mi esperanza Y esperará siempre". Kahlo firma como Mara, abreviatura de Maravillosa, denominación que le daba Bartolí. Según explica Hayden Herrera, biógrafa de la artista mexicana, en el catálogo de la galería norteamericana, "ella pidió a Bartolí que en sus cartas se le dirigiese como Sonja, para que si su esposo, el muralista Diego Rivera, las encontraba se pensase que eran de una mujer". 

"Mi Bartolí, no sé cómo escribir cartas de amor. Pero quería decirte que todo mi ser está abierto para ti. Desde que me enamoré de ti todo se transforma y está lleno de belleza, el amor es como un aroma. Como una corriente, como la lluvia", le dice en una carta de octubre de 1946.